Descripción
La independencia de la provincia de Guadalajara fue el resultado de varias décadas de cambio institucional, económico, político e ideológico. Las transformaciones más profundas fueron de carácter político y comenzaron en 1786 con el establecimiento del sistema de intendencias. A partir de 1808, y especialmente después de promulgada la Constitución de 1812, los cambios se aceleraron gracias a la introducción de las nuevas ideas, estructuras y prácticas políticas liberales. Las nuevas instituciones, los ayuntamientos constitucionales, la diputación provincial y las Cortes, y los procesos electorales necesarios para conformarlas, afectaron a la mayoría de la población adulta masculina de la región. De hecho, el sistema constitucional hispánico fue introducido más plenamente en Guadalajara que en cualquier otra parte de Nueva España. Las elecciones constitucionales en Guadalajara contribuyeron a la formación de una nueva cultura política. Si bien las innovaciones transformaron el sistema político, el proceso que Guadalajara y el resto de Nueva España siguieron para separarse de la vieja España fue evolutivo. Además, la independencia no era inevitable, pues hubo quienes, hasta el final, favorecieron una resolución política que mantuviera los lazos con la monarquía española. De hecho, los habitantes de Guadalajara declararon la independencia porque el Plan de Iguala conservaba los lazos con la monarquía española, al tiempo que proporcionaba el autogobierno bajo la Constitución de 1812. Así, la independencia no constituyó una ruptura dramática con el pasado; por el contrario, los habitantes de Guadalajara aguardaban con gran interés que se conformara la nueva nación, pues su experiencia con la constitución hispánica les había enseñado cómo gobernarse a sí mismos.