Descripción
¿A qué nos remite la palabra constitución? ¿Forzosamente a un texto o tiene otros significados? Quizá este sea el primer asunto que nos planteamos los colaboradores de este libro, acercarnos a la Constitución de 1824 con una mirada más amplia con la intención de escapar a una versión ya bicentenaria de la primera Constitución mexicana. Quizá este sea el mayor logro de este libro: buscar horizontes nuevos. ¿Hacia dónde se ha dirigido nuestro análisis? Primeramente, a la amplitud de la palabra constitución, sobre todo en esos primeros años de vida independiente, cuando se veía a las constituciones como ensayos que fluctuaban entre lo que era y lo que se quería que fuera la nación mexicana. Algunos postulados dirigieron la búsqueda: asumir que tanto la antigua Constitución como la nueva tenían estrechos canales de comunicación, que la jurisdicción seguía presente en el orden constitucional, que el Estado lo formaban apenas unos cuantos funcionarios y que la llamada administración estaba principalmente en manos de los ayuntamientos o de los particulares, que la justicia seguía estando en manos de los pueblos. Esta lista sería interminable si enumeráramos todo lo que no era y que durante largas décadas la historiografía dio por hecho. Cada una de las colaboraciones de este libro, con diferentes temas, busca resituar el proceso constitucional mexicano en un amplio panorama, que desborda inevitablemente los textos constitucionales.
Con la entusiasta participación de un grupo de investigadores de diferentes generaciones y geografías, este libro, coordinado por Beatriz Rojas, refleja la inquietud que esta autora ha manifestado desde hace algún tiempo por los problemas constitucionales vistos no solamente desde los textos, sino como procesos que se despliegan históricamente. Su colaboración con el grupo HICOES, del cual es miembro desde hace algunos años, le ha permitido abrevar en una historia del derecho que enriquece la trayectoria de una transición más prolongada que lo que la historiografía liberal asumió, ya que ni los hombres ni las instituciones estaban listos para abandonar una forma de ser asentada en la tradición. Es en este sentido que los últimos trabajos de esta historiadora se han desarrollado acompañada siempre de excelentes colaboradores, como los que en esta ocasión participan. Su libro sobre Los pueblos de Zacatecas 1786-1835 y su último libro Las ciudades novohispanas son muestras de esta inquietud.